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Como el oeste se está perdiendo

Por Adrián García

Ensenada.- Basta con leer las redes sociales, los periódicos, platicar con el ciudadano promedio para palpar un profundo malestar social con el sistema político actual.

Es muy común, por no decir que cosa de todo los días ver en forma de expresiones poco elegantes, por decir lo menos, opiniones de ciudadanos en cuanto a cualquier tema político. Sea noticia, buena, mala, regular, mala o muy mala. Por supuesto que poco o nada se ayuda la clase política con sus derroches, poses y falta de cercanía con la gente que los eligió.

Pero creo que cometemos un error al separarnos de la política, de enojarnos sin saber a ciencia cierta de lo que estamos hablando, de no emprender un análisis crítico de la cosa pública. Veo con preocupación como de acuerdo a diversas encuestas (prominentemente una realizada por la universidad de Harvard) que señala como la añoranza por viejos sistemas de gobierno, no necesariamente democráticos, están empezando a entrar en la melancolía de una parte importante de la población. De acuerdo a dicha encuesta, pasamos de un 6% a un 20% de la población que aceptaría un régimen autoritario que cortara libertades civiles pero que diera estabilidad económica.

Mucha de la culpa la tiene el cómo hemos planteado la democracia, primero al llegar a ella como seguro remedio de nuestros históricos males nacionales, la economía seria abundante, habría menos corrupción y mayor justicia en todo los sentidos, pero hemos visto que no es así.

No significa que estemos peor, creo firmemente en base a los números que hemos visto una mejora en nuestra calidad de vida, pero es a todas luces ciertos que no ha sido la panacea que se esperaba.

Otro factor muy importante es como hemos planteado la batalla electoral: Dos, tres, varios bandos que se dan con todo, que recurren a jingles de música popular que no dicen absolutamente nada, frases trilladas, mensajes sin mucho ton ni son, parecen un deporte de espectáculo más que una forma de decidir los destinos de una ciudad, estado o nación.

Eso conviene a los medios y a un sistema político que se nutre de la apatía y del drama de los ratings. Es hora de cambiar eso. Es hora de defender nuestra democracia, esa que costo innumerables vidas y  la cual México realmente nunca había tenido a la largo de su historia. Decía el inolvidable Maquio Clouthier que la democracia era como el amor, había que hacerlo todo los días, pero también es como una relación, si no se cuida, nutre y valora se marchitara con el tiempo.

Y sobre todo, declararse anti político, y pretender que se vive en una isla, realmente no es valentía, es simple y sencillamente falta de compromiso con su localidad.

Asumamos cada quien nuestra responsabilidad.




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