script type="text/javascript" src="https://mx.ads.justpremium.com/adserve/js.php?zone=124409">

La civilidad política está sobrevalorada

Por Adrián García

Ensenada.– Es suceso común en las redes sociales, por cada opinión hay una contraria, por cada suceso hay quien adopta el extremo interpretativo de dicho evento, los dos bandos son prontos a llamar a “¡por favor!, si piensas que x  suceso no te parece, ¡NO OPINES! GUÁRDATE TU OPINIÓN!”, y tradicionalmente se aduce a un sentimentalismo para callar dichas voces. Lo estamos viendo en los juegos olímpicos. Si te atreves a criticar el desempeño de la delegación mexicana las voces que hablan de no entender el sacrificio de los atletas no se hace esperar y es mejor no decir nada. O en el otro extremo, las voces que dicen que todo es una verdadera basura, que se burlan de atletas por su peso corporal y dicen cosas horribles de quienes han dedicado la mayor parte de su vida en prepararse para estar en la elite mundial del mundo deportivo.

¿Dónde queda el punto medio?, ¿de qué manera podemos expresar nuestras opiniones sin que guerreros de la rectitud o de la amargura no vengan a intentar callar nuestro sentir?

Un buen primer intento es no cambiar absolutamente nada, salvo preguntarnos ¿por qué nos molesta tanto que alguien tenga una opinión contraria a la de nosotros?, ¿porque montamos en rabia cuando leemos algo que va totalmente opuesto al personal sistema de valores?

Una cosa es denunciar por ejemplo, el bullying a una atleta por su peso otra muy diferente a decir que alguien no puede hacer observaciones a favor o en contra de determinado punto solo porque no estamos de acuerdo en él.

En palabras de Eric Liu, comentarista de Time Magazine, el tema no es tener menos debate si no tener menos debates superficiales. Debemos de exponernos más a argumentos contrarios a los nuestros, y en el camino cuando debatir con firmeza, cuando escuchar con entereza y cuando conceder con gracia.

El internet, dentro de todas sus virtudes ha tenido lamentables efectos secundarios, que es la creación de millones de auténticas cámaras de eco de opinión, y solo la que yo visito es la verdadera. Ha creado terrenos de intolerancia, opiniones poco fundadas y un desdeño por el análisis. “¿Por qué he de cambiar mi opinión?, si muchos de mis amigos a través de likes me dicen que están de acuerdo conmigo!, Y el que se atrevió a darme la contraria le dejé en claro que gané!”.

La verdad es que la civilidad en el debate público está sobrevalorada, llamados  a llevar la fiesta en paz, y no opinar por temor a ofender está causando menos argumentos y pensamiento crítico y más sentimentalismos, lo único que tenemos que cuidar siempre es el respeto, que no es lo mismo que civilidad.

A la larga, seremos una mejor sociedad por ello.




CLOSE
CLOSE