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Los buenos deseos

Por Néstor Cruz Tijerina

Foto Archivo

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Ensenada.- ¿Fue realmente Enrique Pelayo Torres el peor Presidente Municipal en la historia de Ensenada? Una respuesta contundente sería muy aventurada. Los factores principales para analizar en este tema son: 1.- Que la competencia por ese primer sitio sin honor está muy peleada. Está difícil competir con César Mancillas, que destinaba recursos para combatir la pobreza extrema a apagar su fiebre futbolera y sueños húmedos con el Real Madrid (hablando de eso, qué pasó con la grandiosa escuela que hizo en el Cañón de Doña Petra. ¿Ya salió de ahí el nuevo Cristiano Ronaldo). O competir con Pablo Alejo López y su puentitis caiditis aguditis. 2.- En otras épocas no existían las redes sociales como hoy en día. La indignación era, por así decirle, deadeveras. No producto del aburrimiento de horas y horas frente a una computadora. De horas y horas en una oficina haciendo algo sin ganas.

En mis tiempos, como decía mi abuela, los menesterosos se plantaban frente al objetivo ojete y le hacían frente, le gritaban, se iban a los fragazos. No le daban «like» a imágenes maleditadas y con faltas de ortografía carentes de toda sustancia y profundidad efectiva. Entrando en materia, antaño nunca vimos campañas masivas, por ejemplo, en contra del Doctor Catalán, a pesar de que en pasillos y de boca en boca era muy repudiado por su carácter intolerante y explosivo.

Él muchas veces se hizo de palabras con nosotros, los reporteros de a pie, sólo por cuestionarlo respecto a lo que se le acusaba. Que era mucho y constante. Tampoco aparecían a cada rato en nuestro muro de Facebook parodias de, por citar algo, los cachetes de César Mancillas; o «memes» suyos cantando, afición que le generaba todo tipo de burlas en las pláticas de la gente común. O campañas extensivas contra las palmeras de Daniel Quintero. O «cadenitas» que difundieran cómo entró duro el narco a ensenada en el mandado de Manuel Montenegro.

No quiero que parezca que estoy defendiendo a Enrique Pelayo de sus deficientes predecesores. Pero es bien cierto que se convirtió en la comidilla de los guerrilleros de teléfono y escritorio. Hasta «grupo» le crearon. «Ya vete Pelayo», lo nombraron. Y a finales de noviembre tenía cerca de 9 mil simpatizantes.

La realidad es que lo tiene bien merecido. Sus antecesores pudieron equivocarse y ser más corruptos que él, pero rara vez cometieron errores tan obvios como permitir que la ciudad se llenara de baches a proporciones lunares. O dejar sin pago a sus trabajadores. O dejar impune descaradamente a policías que se metieron hasta con la prensa. O salir a declarar imprudentemente que violó la ley usando recursos etiquetados en obras para pagar la nómina. O meterse en temas delicados que le llegan al esnobismo ensenadense, como lo es la Ruta del Vino, el Valle de Guadalupe. O dejar a todo el municipio sin recolección de basura una semana. En fin. Se equivocó feo en las cosas de interés común básico que le tocaban. Que le tocaban a él y a la mayoría de su Cabildo. Hasta un espectacular les mandaron a hacer los empresarios declarándolos personas non-gratas. También recomendaron abuchearlos si se les ve en la calle. Y hasta «boicotear» sus negocios particulares.

En realidad quisiera hablar de un legado bueno de esta administración. Algo que no sea lo que por mínima responsabilidad tuviera que hacer un gobierno encabezado por seres con dos dedos de frente. Pero no se me viene nada a la mente. Un Ayuntamiento más en quiebra de lo que ya estaba, es el que recibe el «Profe» Gilberto Hirata, quien tendrá que lidiar con aguinaldos y deudas a muchísimos proveedores. Las expectativas en él son muy altas. De hecho, existe un mito alrededor del aura del «Profe»: que es «buenísimo» como gestor. Que sí sabe administrar. Que es abierto al diálogo. Que es muy carismático. Ojalá. No tengo filia política, pero ojalá sea cierto todo eso. Alguien así, como lo que tanto se cacarea, es lo que le falta a Ensenada. Desde este espacio le doy todo el beneficio de la duda a Gilberto Hirata -aunque como legislador y funcionario no haya brillado como se esperaba-, y le deseo toda la sabiduría, paciencia y capacidad para sacar a flote el barco.




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