Por Adrián García
Ensenada.- Esta columna será personal querido lector(a). Voy a hablar de por qué dejé de apoyar a Margarita Zavala y me decidí en apoyar las -todavía no confirmadas- aspiraciones de Ricardo Anaya. Para explicarlo, expondré parte de mi experiencia política en mí partido, y como a pesar de tener más de 17 años en el mismo, a ratos me sigo sintiendo como forastero, en un partido dominado por las dinastías, herederos y apellidos de abolengo.
Empecemos por el principio ¿Quién es Ricardo Anaya? Si nos damos un viaje por Internet, encontraremos la siguiente información: Ricardo Anaya Cortés es Licenciado en Derecho, egresado de la Universidad Autónoma de Querétaro donde obtuvo título con mención honorífica. Tiene una maestría en derecho fiscal por la Universidad del Valle de México, donde obtuvo título con mención honorífica, y es Doctor en Ciencias Políticas y Sociales con mención honorífica por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) A pesar de su corta edad ha sido Regidor, Diputado Local, Diputado Federal, Subsecretario Federal, Secretario Estatal y Presidente Estatal y Nacional del PAN.
Ahora, vamos a lo bueno.
Ricardo Anaya es un forastero dentro del PAN, no proviene de las clásicas estructuras del partido, donde abundan los apellidos de abolengo y de las elites que han estado incrustadas en el partido desde décadas. Ricardo Anaya se le ha satanizado y catalogado como un gandalla por chistosamente miembros que le deben al PAN toda su carrera política, desde estar en las cámaras vía plurinominal hasta estar en la cúspide del poder mexicano. Se les olvida que ellos hicieron exactamente lo mismo que hoy acusan cuando tuvieron el poder. No pretendo hacer una apología de Anaya, ciertamente ha cometido un número no menor de errores de juicio en como procesar el frente, pero la campaña que se ha armado en contra de él me parece excesiva y con evidente agenda política.
Veo a los medios desde ahorita -faltando 8 meses para la elección- afirmar que las opciones o son López Obrador o “Mid”, no hay más. Por decreto periodístico la elección solo será entre ellos dos. No ve usted, lector, ¿el sesgo?, esta campaña de dos, como se quiere a fuerza proponer pone al lector entre dos opciones: El pasado López Obradoriano o el continuismo de las elites que por lo visto trasciende colores con un personaje como Meade que tiene a miembros panistas firmes en su buchaca. Pero ¿y el futuro? ¿A eso se reduce hablar de una campaña presidencial? Solo entre dos opciones entre empeorar y seguir igual? De ahí la apuesta del frente de apostarle a nuevas formas de hacer política, de ahí la renta básica universal (que le apuesto mi apellido lector, que de no concretarse nos lamentaremos un día de no haber empezado antes) de ver el mundo y el papel de México en el.
Anaya no debe de correr de su historia, cometería un grave error en tratar de darle por su lado a las elites y a las formas tradicionales de hacer política en la Cd.Mx, debe apostarle a presentarse en el electorado como él es: Un joven que construyo y aprovecho las circunstancias que se le fueron dando, sin arrepentimientos. Para un panista como yo, que consciente de que Ensenada es un micro-cosmo de lo que pasa a nivel nacional, se me hace extraordinario lo que ha logrado Anaya. Es difícil hacer carrera política en Ensenada, o eres de un grupo o te sometes a ser el “yes man” de un líder en turno, no soy propenso a ni uno ni lo otro. Me fue más fácil empezar en Mexicali y Tijuana que en mi propia tierra. Y por eso mismo, se antoja complicado que algún día logre plasmar mi pensamiento en leyes o en acciones de gobierno. Me identifico con Anaya (toda, pero toda proporción guarda) tiene Doctorado, pero no es en Yale como Meade dicen sus críticos, ¡es que se está quedando con todo!, dicen que quienes controlaron a placer las estructuras partidistas por décadas. Ignorando que ha hecho de adversarios, amigos. Caso concreto Javier Corral, que era su principal y más feroz crítico y ahora es su más importante aliado político.
Anaya es una oportunidad de hacer un partido realmente abierto a uno cerrado. Y en lo presidencial, es la oportunidad de hacer un país moderno y con visión de futuro.
Ojalá, no corra de su historia y la abrace.