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Y resultó que el emperador no tenía ropa.

Por Adrián García

Ensenada.- Se solía decir y asumir por las democracias de occidente que el estándar democrático era representado por Estados Unidos. Una nación que mientras los países a nivel mundial se inclinaban por una forma de gobierno autoritaria, democrática, monárquica etc. EUA mantenía su estándar de apostarle siempre a su democracia presidencial.

Mientras en Europa se hacía un viraje al fascismo en los 30’s, EUA elegía como presidente a un hombre, que sí bien con una fama de ser un político reaccionario y radical en sus propuestas políticas, muy pocos pensaban que fuera un riesgo para el sistema político. EL mundo se admiró cuando Richard Nixon, en medio del escándalo Watergate, renunciaba y no había militares fuera de la casa blanca, ni hubo un movimiento social ni de resistencia tampoco.

En el 2000, en medio de fuertes sospechas que la elección presidencial había presentado severas fallas en los conteos y por ende en el resultado, Al Gore decidió respetar la decisión de la Suprema Corte de Justicia de EUA de no hacer un recuento, lo hizo por un sentido de Estado y de protección a la democracia americana.

Entra, Donald Trump.

Donald Trump no es la enfermedad en sí, es el resultado de múltiples factores:

El endurecimiento de la línea republicana:  Sus representantes utilizan discursos estridentes, satanizando las posiciones de los demócratas, donde temas como por ejemplo: Servicios Médicos Universales se transformaban en “Páneles de la muerte” donde se exageraba a niveles ridículos propuestas de política pública.

Medios a modo: Fox News el canal insignia de la ultra derecha, donde regularmente se filtraba y se alimentaba desde teorías de la conspiración hasta ridiculizaciones del debate público. Era común ver titulares como: “Acaso el saludo de Barack y Michelle Obama es una señal terrorista?” cuando solo era un saludo de puño. Pero fue generando toda una base de miedo y de xenofobia entre sus televidentes, que es la cadena con mayor índice de audiencia en USA.

Elección de Barack Obama: Seamos sinceros, la elección del primer presidente afro americano en la historia de USA, lejos de disminuir los problemas raciales los ha aumentado. En un país con la historia racial de USA era evidente que despertaría en una parte de su población los añejos problemas que han enmarcado la historia americana.

Desigualdad latente: El 1% de la población tiene aproximadamente el 99% de la riqueza en Estados Unidos, el libre comercial si bien ha detonado el bajo precio de productos, ha creado una dinámica virtuosa de libre comercio, la realidad es que también a traído desempleo y pobreza, especialmente en las partes más rurales de Estados Unidos donde sus residentes se sienten dejados fuera por las elites. Si a esto le añadimos la pérdida de empleos derivados de avances tecnológicos, una buena parte de la población decide culpar a fenómenos migratorios, raciales y a las elites de su mala fortuna. Esto no es ajeno a nosotros en México, Andrés Manuel López Obrador es un síntoma de la misma enfermedad y debemos vernos seriamente en el espejo americano.

Todos estos factores juntos explican el nacimiento de la candidatura Trumpiana. Descubrimos que los americanos son tan susceptibles a los políticos populistas como cualquiera otra nación en el mundo. Si bien, creo que Trump no ganará esta elección,  si es prudente preguntarse qué pasará cuando salga un candidato que piense lo mismo que Trump,  pero que sea notoriamente mejor en comunicación, que no sea un bufón y que se tome en serio su papel de político.

El daño que Trump ha hecho, me temo que apenas empieza.

 

 




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