DESDE EL FARO

(Que Dios nos agarre confesados).
¡Ciertamente! Ante la incapacidad de respuesta del Estado, para repeler las agresiones violentas de que somos objeto, por parte de la gente que ha elegido cualesquiera que sea su razón, pertenecer al gremio de los malos, ¡Que Dios nos agarre confesados! porque con la alcaldesa de la ciudad de Monterrey, ya van varios mandatarios de los diferentes niveles de gobierno, incluyendo a uno de esta localidad, que apelan a la misericordia de Dios y de sus cortes celestiales, a veces hasta entregándole las llaves de la ciudad (Como si fuera de ellos y no de los ciudadanos que la conforman), seguramente pensando que “Que Dios cumple gustos o que endereza jorobados”
O tal vez estos mandatarios en sus místicos desvaríos pretenden seguir la filosofía campirana de Don Rosalío Medina. Un señor oriundo de mi Pueblo-que sostenía que San Francisco de Asís iba a bajar del cielo a ayudarle a quitar la hierba mala de su sembradío de maíz y dejárselo limpio, y prefieren a su vez, dejar las cosas en manos del Señor y olvidarse de su encargo de cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes, como lo juraron en vano, cuando fueron investidos de su puesto o comisión, so pena de que si así no lo hicieren, la nación, el estado, el pueblo o la ciudad se los demande.
Yo creo que a don Benito Juárez, eso le iba causar de entrada estupor y de inmediato se preguntaría ¿En dónde quedo mi lucha, pero luego se respondería y se echaría a reír, pero con risa, de esas de las que hacen mella, ante la ridiculez y la pusilanimidad que muestran estas personas que por incapacidad, quieren endilgarle a Dios, la responsabilidad que sin que nadie los obligara, se echaron a cuestas.
¡Qué forma tan ligera e irresponsable de actuar!.
Ojala y en verdad a los gobernantes malos, se les llamara a cuentas, para que respondieran de sus yerros que por acción o por omisión en el ejercicio de su encomienda cometan. ¡Qué lastima pues!
Que no exista una verdadera demanda por no cumplir y hacer cumplir la constitución y las leyes que de ella emanen.
Estas personas se atreven a molestar a Dios, como si la deidad no estuviera tan ocupado tratando de solucionar tantos conflictos que durante el día, en la noche y toda hora se le están planteando a base de las plegarias y peticiones que nos pasamos haciéndole, pues los seres humanos somos muy buenos para pedir, pero no somos buenos para dar y además haciendo de lado aquel principio que reza así: “Ayúdate que yo te ayudaré” .
Continuamente y a toda hora estamos pidiéndole a la divinidad, que solucione nuestros problemas, pero nada hacemos, para tratar de darles solución de un modo personal y material, nosotros mismos.
Ese síndrome eclesiástico y religioso, de poner en manos de las divinidades las cosas mundanas y materiales, ya rebasó las líneas de aquella división que de por si se da en toda sociedad organizada y que se conoce como los cuatro campos de poder tan abandonados por las personas humanas.
Ya que a nadie le preocupa pues, que en economía estemos para el arrastre, que la política sea una porquería, que en lo social estemos hasta la madre y que lo religioso se mezcle con estos sectores y se rompan los esquemas que no por nada costo sangre establecerlos cuando por conveniencia social, se separó al Gobierno de la Iglesia, a instancia e iniciativa de los liberales liderados por el Benemérito de las Américas.
También con esas actitudes tomadas tan a la ligera, se están dejando de lado los ríos de sangre que se derramaron con la guerra cristera que fue auspiciada por hacendados en contubernio con la iglesia, para derrocar un gobierno establecido que a sangre, fuego y negociaciones, no se dejó arrebatar el dulce y emprendió una inconsciente y arbitraria persecución de cultos y cierre de iglesias, para dejar claramente establecido, “Que a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar”.
Por eso pues resulta risible y prácticamente ridículo, que estando el suelo tan parejo ahora nos vengan con esos brincos de que quieren endilgarle a Dios y a su Corte Celestial los destinos de una ciudad, de un estado o del propio país, eso más que enaltecer a quien así se comporta, lo coloca en la palestra de la incapacidad y de la falta de voluntad, de cumplir la ley o hacer cumplirla, como se comprometieron cuando aceptaron el cargo.
Porque a raíz de esa actitud vana e irresponsable, saltan muchas interrogantes como por ejemplo: ¿Por qué con los ciudadanos comunes si son bien malditos? ¿Por qué a ellos si se les hace valer el principio de autoridad, incluso haciendo uso de la fuerza pública? ¿Por qué a quienes rompen las reglas del contrato social no se les llama a cuentas como se debiera? ¿Por qué no se acuerdan de Dios y sus principios, cuando a los ciudadanos pacíficos los reprimen? Y por último ¿Por qué no invocan a Dios, cuando se dejan cooptar para que la delincuencia permee en la sociedad que juraron con la mano levantada defender?
Seguramente que ese tipo de actitudes negativas a todas luces a Don Benito Juárez le darían risa y a Don Plutarco Elías Calles también, porque ellos dejaron bien pintada su raya en cuanto a los dos entes de que se trata. ¡Gobierno e Iglesia!
¡Vaya pues el saludo más fervoroso que emite un mexicano cuando no le gusta algo y se pone a recordar a la progenitora! Para aquellas personas que soslayando su obligación primordial oficial de velar por los intereses y seguridad de un pueblo, son omisos y dejan en manos de Dios los designios de la Gente que los eligió, entregándole las llaves de la ciudad o del pueblo correspondiente.
¡Nos vemos en la Próxima! ¡Si Dios no lo permite!
Para RADA NOTICIAS escribió.
Miguel Alfaro García.