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El fin de la empatía

Por Adrián García

Ensenada.– Se está haciendo una muy lamentable costumbre la polarización de todos los temas que nos aquejan como país. Pareciera imposible el poder partir de un campo neutro, donde podamos fundamentar nuestras opiniones mas en datos concretos que en prejuicios. Ver los problemas en los ojos de los demás, y no los propios.

Lo vemos en el caso de la marcha convocada para el 9 de marzo. Donde de la mas alta tribuna que tiene el país (la Presidencia de la República), se desdeña el movimiento por ser considerada negativo a los intereses del régimen. Donde lejos de expresar pesar por el suplicio de las mujeres en México, se les considera enemigas con intereses oscuros. No es la primera vez que el presidente de México se queda corto de las circunstancias. Solo el puede marchar, solo el puede exigir, cualquier intento en contra es inmediatamente catalogado como algo que hay que señalar y destruir.

Lo vemos en la burla a los padres que protestan por la falta de medicamentos a sus nenes. Nenes que lejos de jugar a la pelota, a descubrir el mundo, están encamados en una batalla por sus vidas. Sus padres señalados como desestabilizadores del sistema, que seguramente desean el fin del actual gobierno MORENISTA.

Lo vemos en la falta de sensibilidad con varios de nuestros policías municipales retirados, que no han podido cobrar sus pensiones, y que son recibidos con indiferencia ante sus suplicios.

¿Si nuestros gobernantes no pueden tener la mínima empatía por el suplicio de sus gobernados, como podemos pedirle lo mismo a una sociedad marcada por el dolor? Pone cuesta arriba la inclusión social, en entredicho la legitima demanda de los ciudadanos para exigir mejor resultados. Esta política debe de cambiar, tiene que cambiar. No hacerlo, es solo profundizar aun más el precario estado de la política.




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