Por Martín Espinoza
Ensenada.- Cuando iba en la carrera (Cs. De la comunicación (la mejor carrera del mundo (pregúntenle a cualquiera que la estudie))) aprendí un sinnúmero de cosas que se desbordan de los contenidos académicos. Aprendí el verdadero funcionamiento del mundo. Los establecimientos sociales como una gran máquina chapeada en oro, que detrás se está oxidando rápidamente con todos sus componentes.
Que la economía se basa en los intereses de los que tienen empresas con mucho dinero, y que ni el pueblo ni el gobierno puede detenerlos. Ellos controlan el medio por que ellos financian todo lo que se puede comprar. Y en una parte muy baja de esta cadena de mandos estamos nosotros: los difusores, los medios y los comunicadores.
Nuestro trabajo es manejar un mensaje. Una idea que tiene alguien y hacerla llegar a su público. Pero en la “humanidad” todo cuesta. Las herramientas y el recurso humano son firmados por la misma mano que tiene el poder monetario. Esa empresa que solventa la bobina pública, y que al mismo tiempo es peldaño del capitalismo. Lógico que dicha empresa siga apoyándolo.
Entonces nos atrapamos en la maquinaria, en la que tenemos que trabajar parta los únicos que tienen para pagar el mensaje. La verdad se transforma a lo que quieren las empresas que digamos. Porque la verdad es reducida a lo que todos sabemos. Entonces la verdad y la realidad se compra.
Es por ello que el pueblo debe unirse en una zona libre. En un lugar donde las verdades que todos tenemos pueden ser escuchadas. Internet es ese lugar. A pesar de no tener un espacio geográfico, es un foro donde las ideas y los mensajes pueden manejarse en c cualquier forma y pueden ser difundidos de una parte del mundo a otra, sin necesidad de transportes y otras herramientas que una computadora. Y quién sabe por cuánto tiempo siga así.
Los tiempos dorados del internet han sido desgastados al paso de los años. Cada vez se puede manejar el contenido con menor libertad. Desde la prohibición de Megaupload, a los parches que te desintegran un software que no compraste en una tienda. Sí, es cierto que este tipo de medidas evitan que los desarrolladores de media y tecnología se queden sin ser pagados, pero eso beneficia nada más que a las empresas de las que hemos hablado. Así que la regulación de software no habla en realidad por el hambre de los trabajadores, si no por los lujos de los jefes.
En ese tiempo del que les contaba al principio, en el reino de Calderón cuando aún había Megaupload, nos tocó inquirir sobre una reforma posible que se tomaría para “mediar” el contenido en la comunicación. En ese entonces me dio un miedo de pesadilla en la calle 13. LA reforma hacía referencia a la revisión del contenido en contenido electrónico. No recuerdo cuáles eran las cláusulas vistas, pero se supone que el contenido debía ser apoyado por medios legales o de gobierno. Para mí eso significaba censura en internet. Sonaba de ciencia ficción, pero no se hizo un gran revuelo. Los años pasaron y no vimos nada de dicha reforma de nuevo.
Pero recuerdo que por esas fechas ya se hablaba sobre una arcaica reforma para conseguir materia energética, de darle concesiones a privadas para obtener petróleo en suelo mexicano. Y hoy, como 5 años después, vemos esta infame reforma energética tocando nuestros tanques de gasolina.
Esto es un vistazo a la predicción de aquel momento. En que esa llamada Reforma de Telecomunicaciones pretende golpear aún más el sistema de nosotros los profesionistas de la telecomunicación. “Regular la equidad” es el principal legado del mensaje, pero todo apunta a la prohibición de medios en que se promueva la libertad. En una era en la que la pluralidad de opinión es lo único que nos mantiene con la ilusión de una verdadera humanidad, lo peor de las ideas retrógradas viene a golpear a lo que no esté enderezado socialmente.
Aparentemente, el senado hará lo que le convenga a los gobiernos, lo que alimente al mensaje que quieran las empresas. A lo apoyado por los Dinosaurios y de cualquier salido de PANgea en tiempos post revolucionarios en que la democracia era una denominación más para la unilateralidad.
La única solución es la participación de los afectados en las órdenes del gobierno. Y los únicos que pueden formar un cambio, somos nosotros, los jóvenes, los nuevos profesionistas, los comunicólogos del mañana, los licenciados con formación, los ingenieros con ética. Nosotros, los que a veces no votamos. Porque los afectados que están allá arriba, en salones llenos de gente que toman una decisión espontánea, no se preocupan por el futuro. Ellos ya tienen carrera ya la tienen hecha, ya ganaron, ya tienen todas las manos estrechadas que tenían que estrechar.
Tenemos qué involucrarnos e informarnos desde que vemos un peligro para nuestra libertad. Que si no es en este sexenio que se cumpla una amenaza de censura, quizá venga con el otro. Quizá nos ensarten todas las reformas ridículas sin que podamos meter las manos. Reformas que nuestros universitarios hoy escuchan, y que tienen el deber de transformar para un futuro profesional que se vea bien para ellos.