Por Martín Espinoza
Ensenada.- El primer día del año resulto ser ambos, productivo y lento. Las calles el primero de enero suelen estar no tan transitadas como cualquier otro. Así que decidimos mi hermano y yo aventurarnos a hacer nuestras acostumbradas compras de inicio de ciclo ese día en especial. No habría nadie en los caminos, en la carretera, ni en la linea de pasada a San Diego. Pero por todo el tramo nos encontramos con una cosa constante: pobres.
Los pobres no descansan. Se atraviesan por que van de regreso apenas en la maniana, con la cruda encima. Atiborran las tiendas para buscar que los alivianen. No dejan de vender en la linea sus cochinadas que no se quién compraría.
Esos pobres. Como si serlo no fuera suficiente. La noche de fiesta de anio nuevo, me tuve que aguantar que los del barrio de un lado pasaran y se asomaran por mi reja. Ya me los conozco, nomás viendo si algo estaba mal acomodado, si todos estaban lo suficientemente borrachos para entrar y acoplarse, y ver que se llevaban. No se merecen ni lo que en verdad se compran solos. De seguro lo sacan con lo que les dan de la laptop que se robaron en mi cumpleaños. No los culpo de ser pobres, pero si se les puede culpar de tomar decisiones como las que toman. Se supone que vivimos en un país de pobres. Entonces por qué no todos se ponen de acuerdo para darle en la madre al sistema que los tiene asi de pobres. Que una cosa es ser pobres y otra ser inteligentes.
Es como dijo la mujer en la tienda de zapatos a la que llegue. Jovencita y muy bonita. Dijo que andaba muy desvelada y no había dormido por aquello de anio nuevo. «Yo creo que todos andamos igual» le dije.
Pero no, no todos andamos igual. Solo los que podemos darnos una fiesta. No es que los pobres no puedan, pero el formato de la misma es diferente según tu calidad de vida. Ser rico entonces tampoco ha de ser cosa de inteligentes. Digo, para qué viven los ricos? No se preocupan por salir a trabajar todos los días, o al menos no en algo real. Algunos llegan a oficinas, dan un par de órdenes y se ponen a dar vueltas en sus carritos pulidos de llantas nuevas. De que se preocuparán? Es mas, cómo se divierten? Para gente que tiene tanto a las manos, ha de ser difícil encontrar algo que no puedan conseguir, algo que hacer, ya han hecho la mayoría de lo que nosotros los simples queramos hacer, porque pues, para eso vivimos, para tener recursos y darnos una buena vida.
Entonces en qué se basa la buena vida? En planear que tanto alcohol de marca va a haber en la próxima borrachera. A quién venderle el auto del modelo pasado para comprar el modelo nuevo. Quién va a gastar mas en alguna chuchería inútil. En tener zapatos con un nombre diferente a otros.
Esa ha de ser otro tipo de pobreza. No he definido en qué se basan las carencias de los ricos, si de alma o de ideas, pero lo que tengo seguro es que son pobres de opciones. Una vez que tienen dinero, no hay mas que tratar de tener mas dinero. Entocnes comienzan a hacerse esclavos de las cosas que poseen. No puedes moverte agusto con un traje caro, ni dejar de pensar en las fechas exactas y cuidados para tu auto, o respirar fuerte frente a tu television nueva.
Como dijo mi amiga de la zapatería: el dia se veía muy lento en San Diego. La gente que puede ir de compras, caminaba despacito para que sus ojeras no se despertaran. En cambio, al pasar la linea de regreso a Tijuana, se nota el bullicio de quien que no tiene tiempo que perder. Desde el del carrito del tacos, al boleador. Desde el hombre trajeado que tiene que agarrar rapido el taxi, hasta la señora con el mandado. Todos de este lado se ven pensando en los cinco pasos que les vienen enfrente. En cambio, en las tiendas, los ojos de los gringos se pierden por vitrinas. En mascadas, sandalias, juguetes y ofertas de 70%.
Me pregunto quién sera mas pobre. El que tene todo, o el que tiene que querer. El que se aburre sentado al borde de los caprichos, o el que tiene aún cosas que obtener.
Se pierden los significados entre mitades altas y bajas. Entre los mugrosos por los que tengo que cerrar la reja de mi casa, los desocupados que no saben ni que hacer con todo el dinero que tienen, o los mediocres, los clase media, que desean tener la vida del más alto.