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Los Cuatro Jinetes : El Hambre

Por Martín Espinoza

Ensenada.- Nostradamus, los mayas y los escritos del Mar Muerto. Nadie ha atinado aún de pasadas posibilidades en que se acabase el mundo. Lo cierto es que las condiciones siempre están dadas. Y es que la interpretación humana siempre modela la realidad a objetos que le aparenten en lo más mínimo a sus alucinaciones morbosas. Así somos, estamos modelados naturalmente a ver caras en la oscuridad (no, literalmente).

Pero ya cuando uno se deja de fatalismos y comienza a ver “el fin del mundo” y sus signos como metáforas ya aterrizadas a algo social, juntando aquello que la ciencia tampoco explica (por que los fenómenos sociales no son considerados ciencia) entonces podemos poner un panorama completo de ciertas cosas.

Como la analogía esta de que el ave de metal se estrella contra el molino de viento, que el ave era un avión y el molino las torres gemelas por que representaba la riqueza y no sé que.

Pues hoy les traigo un desglose analógico que surgió con una presentación literaria que hicimos unos escritorsillos y yo.

Es de sabiendas que existe un signo popular creado en el folclor judeocristiano (para que no vengan luego que si católico o apostólico o qué) que existe un signo descrito como cuatro hombres distintos y de características diferentes que cabalgan sobre cuatro caballos, y que anuncian los distintos orígenes de la perdición del hombre en la víspera de la destrucción.

Muchos dicen que son el hambre, la muerte, la peste y la guerra. La verdad es que originalmente en varios medios culturales, se llamaban Hambre, Muerte, Guerra y Victoria. Y estos refieren a varios cuadros semánticos que vivimos en la actualidad. Comenzamos por el hambre.

Tenemos hambre cuando nos falta nutrición, o tan siquiera algo que nos llene el estómago. Pero todos sabemos que consumiendo algo que solo nos quite las ganas de comer por un rato, no conduce a nada bueno para nuestro cuerpo. El ser humano siempre tiene hambre, por que siempre tiene un vacío que trata de llenar, no solo con comida. Buscamos éxito, familia, bienestar, ego, riqueza. No podemos evitar el ir hacia enfrente buscando otras cosas.

Vivimos en una sociedad que nos da chucherías para amedrentar ese hambre. Una hegemonía (e – je- mo –ní –a, pronúncialo y ámalo) que ha creado un sistema en el que se la da cierto porcentaje de valor a ciertas cosas. Que nos ha creado dioses qué alabar en la tele y marcas que queremos llevar puestas. Incluso, hoy en día se trafica con ideales. Ayudar a los discapacitados, al bienestar del planeta, y todo pintarrajeado de facilidades de pago y modelos de gente que lo hacen, para que nos sintamos bien. Como comida sintética, y todo para apaciguar el hambre del hombre. Para calmar esa urgencia estomacal de sentir que significamos algo en el mundo.

Pero la humanidad está vacía de un espíritu. Por eso necesitamos enajenarnos. Porque no podemos salir a cazar nuestra comida, nuestros verdaderos logros. Sí, está muy bien que necesitemos satisfacer nuestras querellas, pero sabemos lo que necesitamos? Nos conocemos por dentro?

Parte de nutrirse, significa escarbar en el alma y saber qué deficiencia tenemos.  Qué estamos mal de salud? Ejercicio. Que nos sentimos inútiles? Un hobby o un trabajo productivo. Que nos falta romance? Entonces hay que ponernos derechos, arreglarnos y desechar nuestras prácticas solitarias y nefastas para dar cabida a alguien. Porque también la mala compañía daña.

Un espíritu nunca está lo suficientemente corrompido, dañado ni enfermo y nunca es tarde para empezar a comer bien. Que la comida desnutrida solo llena por instantes, cuando como macdonalds, a las dos horas me vuelve a dar hambre.

Podemos acabar al final del camino como una pila de seres flacos y que no mueren, si no que se encuentran subsistiendo en vida.

El hambre no se sacia desde afuera, se sacia desde adentro. Al cuerno con el sistema hegemónico que nos dice qué comer. Hay que irnos y prepararnos una deliciosa vida, llena de todo lo que nos falte.

 

Así se vence ese primer jinete…

…continuará




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