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No importa que robe: con que resuelva

Por Cristian Vázquez González

Ensenada.– A estas alturas ya no me sorprende. Pasa con seres valiosos, incluso los que dicen que ellos jamás robarían. En el 90% de los casos, hablo de personas que no han tenido un cargo público. Ciudadanos comunes hablando mucho de corrupción y tolerándola, pero buscar que no exista. Matando la mala hierba, pero poniéndole fertilizante.

Es fin de año del 2019. Estoy cómodo, no conozco mucho a esta persona, pero me cae bien y me parece honesto. Como contexto: Cuando estoy en este tipo de conversaciones, a veces me invaden pensamientos y dudas sobre mis  ideales al respecto del enriquecimiento a través de los cargos públicos. He llegado a escuchar que se habla de un radicalismo, también, que es propio de la edad, de no tener hijos que mantener, de no :

«No haber padecido hambre, no haber necesitado alimentar a una familia y entender que a veces hay que buscar tener un poco más».

Lo cierto es que a estas alturas, en épocas de excesiva reflexión contra la corrupción pero también de normalización de hacer favores y meter a los mismos elementos a trabajar, sin importar su pasado y aliados, entiendo claramente que es uno de los problemas más serios de nuestra política: hablar mucho de corrupción y tolerarla.

O no faltarán los que creerán que esto es de papel, que lo escribo solo para quedar bien. Quienes me conocen a fondo, saben que ni cuando se me quedó debiendo recurso público, hasta sueldos, pensé «recuperarlo». Pero esto no se trata de mí.

Vuelvo al tema: Estoy con una persona que llevo mucho de conocer de forma cercana, pero hace unos días empezamos a ser más afines, rayando en la amistad. Me invitó a su casa, me regaló un libro y pregunta sobre mis intenciones políticas futuras. «No lo sé», respondo. Pero reflexiono con la mayor claridad posible sobre algunos conceptos que considero graves en la política y sobre los proyectos que traigo en literatura,  formación de jóvenes y eventos. Vivir, crecer, viajar, pagar las deudas, trabajar. En una de sus respuestas sobre política y dinero, dice: «ES QUE ENTIENDO QUE SI UN POLÍTICO SE LA PARTE, ES NORMAL QUE AGARRE UN 10%, 20% además de su sueldo. «Pero un 30, 50, o los que no hacen ni madre, no chingues»

La escena, con sus variables, se puede repetir en casi cualquier otro espacio. Una de las personas que más quiero y ha influido a mi desarrollo personal aunque nunca charlemos a fondo de política, al entrar a este tema hablaba sobre el radicalismo en ciertos ideales, que se debe pensar con mesura en los juicios de valor y la expectativa que se tiene de «cambios de régimen». Un periodista y opinador constante en redes sociales decía el otro día. «La política siempre ha sido así, el ejercicio del poder, económico y político.» Y remataba: «Un político pobre es un…» se comentaba sobre  determinado gobernador, en ese entonces electo, había  «gestionado intereses económicos» para ciertos diputados. Y sin quererlo decir así, se justificaba indirectamente que cualquier político, diera algo más que lo correspondiente a otros por su labor: DECIDIR.

La realidad es que eso es lo que creo hay que poner en su justa dimensión. Robar es robar, mentir es mentir. Flexibilidad es flexibilidad. Cuando empecemos a idealizar resolver y no robar, no robar y resolver, las cosas serán diferentes. La política como sinónimo de resolver y respetar lo ajeno. La política como sinónimo de no tocar ni un por ciento.

En estos tiempos de cambio, parece ser que hasta toleramos: «No importa que el alcalde tenga a los mismos que se ha comprobado roban, mientras si tape los baches y ahora que está alineado el gobierno, mejor». Sin darnos cuenta que en esa retórica, permitimos la incapacidad y también la corrupción. La ponemos al mismo nivel. Nos flexibilizamos.

Somos ladrones de nuestra propia esperanza. Somos cómplices de nuestros propios ladrones. Somos verdugos de nuestros conceptos: Aún en medio de nuevas transformaciones, la lucha de pedir mejores representantes, de ir por la perfección, por el equilibrio, debe ser la constante. Ir por medio millón de transformaciones. Ir por lo incorruptible.

 

*Cristian es autor, conferencista y político independiente. Trabaja como tallerista con adolescentes, asesor de comunicación y promotor de eventos. Promueve la lectura y creación literaria desde hace 10 años. En sus tiempos libres ayuda voluntariamente con distintas asociaciones civiles para el mejoramiento de la ciudad en la que reside. Estudios en psicología y derecho




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