Por Néstor Cruz Tijerina
Ensenada.- El viernes pasado estaba viendo el periódico y leí «muere espectador en el recorrido de la Baja 500». Luego, el día del evento «muere niño en las carreras»… y yo, ensenadense promedio, dije: awuevo, pinche morro y pinche bato tienen la culpa…
Bueno, no. Ese comentario lo leí reiteradamente en los foros de las notas de El Vigía. Periódico que por cierto tiene a uno o varios enajenados cubriendo el evento, que se ponen como morritas fans de Luis Miguel cada que pasa. Hasta se les va la inteligencia, de existir, al momento de escribir los encabezados. «Habemus victoria de Bryce Menzies», por decir.
Según los reporteros de deportes de El Vigía -quienes destacaron la nota titulada «Adolescente tuvo la culpa»- y el ensenadense ´ofró´, los mensis somos los ciudadanos, o de perdida los que asisten a las carreras e «imprudentemente» se acercan mucho a los carros.
Lo curioso es que he visto las fotos que ellos mismos a veces publican, con el carro pasándoles por encima o a escasos metros, y su teoría se viene abajo. Evidentemente ellos también son idiotas que no miden el peligro, sólo que han tenido la suerte, hasta hoy, de no ser aplastados.
Qué fácil para la conciencia culpar al pobre muerto de que lo maten, y qué falta de respeto a la vida es anunciar la desgracia de alguien y luego seguir escribiendo que las carreras son lo máximo, hacerse los chistosillos con los encabezados y todo como si nada.
Me imagino que si el muerto fuera Robby Gordon hubieran pedido un minuto de silencio y estarían llorando. Porque la vida, como lo demuestran con su actitud, tiene un valor y hay niveles.
Sin embargo, claro que hay culpables de que cada una de esas carreras, sin excepción, tenga «bajas civiles, daños colaterales» (tengan, les regalo las palabras para la próxima, reporteros de El Vigía). Y pues aquí arbitrariamente los voy a enumerar:
1.- Autoridades municipales compradas moral y económicamente por Score International, que se abren de patas, analógicamente, cada que viene uno de estos eventos: Cierran las calles de la ciudad que los gringos quieren; les ponen a medio cuerpo de policía; los dejan pasar por los terrenos, ejidos, zonas naturales, protegidas o no, y por donde ellos quieran; les dan el banderazo de salida y les dan las gracias, señor.
La autoridá siempre justifica el desmadre literal con la «derrama económica» que deja, sí, a ellos, y a unos hoteleros y restauranteros… ah, y los que hacen camisetas; piratas, por cierto, porque Score se pone mamona en eso de usar su marca. Fucking pirates mexicans.
2.- Score International. Porque ante la negativa de su país de permitirles carreras como las que hacen aquí, así, por donde se les pegue su pinche gana, pues vienen y se dan vuelo. El dinero y la diversión antes que la seguridad y la ecología. Ese debería de ser el lema de esa empresa. Se lo regalo, también.
3.-El conductor. No se le puede disculpar con la simplada de que él venía en su carrera, la gente se le cruzó y que pobrecito, no es un asesino. Claro que desde una moral distorsionada así lo podemos ver. Y de hecho, las leyes aquí tienen una moral distorsionada porque el que mata a un pelado siempre sale con una fianza, rápido.
Se juzga al corredor como a cualquier conductor de ciudad que no puede hacer nada si se le avienta un suicida, o un imprudente, y se le perdona, ahí sí con justa razón. Pero para la autoridad judicial es más fácil juzgar así de simplón al corredor, en vez de irse a la causa que es tan sencilla como que esas carreras están muy mal así como se celebran. Aunque bueno, tampoco tiene la culpa el Poder Judicial; es un asunto político, de presidentes municipales, regidores y hasta diputados coyones.
El corredor está jodido de la cabeza, en resumen, al participar en un evento que no garantiza ni su seguridad, ni la del espectador. Más aún por valerle madre lo que está destruyendo con su carro por donde pasa y sólo anteponer el placer propio: ser súper héroe de un montón de ignorantes. Machismo puro.
4.- Sí, también tiene la culpa el espectador. Pero con esto, tendríamos que reconocer que hay muchísimos adultos que se quedaron en la etapa infantil de no medir el peligro. Así que, mientras esto no suceda, la autoridad tiene que jugar el papel de mamá protectora: «no te acerques al fuego, que te quemas, mijito», «aléjate de la orilla que te vas a caer». Así.
Digo, que de menos tengan la decencia de hacer esto último ya si no tienen los huevos de meter en normatividad justa a los gringos. Aunque bueno, este no es un deporte exclusivo de gringos. Los que también participan son narcos y pudientes, porque es un deporte caro.
De alguna manera, las carreras fuera de camino son el reflejo de nuestra civilización, que aplaude al narco y la opulencia en vez de verlos como lo que son: metástasis social. Son, además, la adaptación histórica del dominio del hombre blanco -o con dinero- sobre la negrada: una negrada que los recibe con los brazos abiertos mientras les destruyen la casa, sin que se den cuenta, o valiéndoles gorro. La «adrenalina» que sienten al ver pasar al carro rampeando, lo paga todo.
No es de extrañar que los apasionados de este deporte sean alcohólicos analfabetas con fuerte tendencia a la obesidad, al machismo y a la fantochada. Hay que verlos tomándose fotos con la edecán de la Tecate y quemando llanta en la vía pública. Muchos de ellos a veces van y se estampan por ahí con alguien que pasaba, y deja de ser divertido.
Como dije hace rato, cada año es lo mismo. Uno se despierta al día siguiente del acto esperando leer quién se murió esta vez. ¿No es algo así como una señal de alarma para ya regular bien esos eventos?
Digo, yo no odio las carreras como actividad. De hecho hasta me parece emocionante rampear y yo lo haría en una pista o ruta cerrada al público, para que si me parto mi madre sea yo solito.
La «Baja» no es una puta pista para nadie. Vive, respira, tiene cardones y especies endémicas. Caminos vecinales y propiedad privada. Y todo muy bonito, además, por si no conocen. Desde aquí manifiesto que nuestro entorno y nuestra gente merecen respeto y no morir por algo que debería ser diversión.
Porque así como está, las autoridades, Score, los corredores y los fanáticos, sólo demuestran su profunda ignorancia y estupidez. O, a ver, ¿cuánta gente, pilotos o espectadores, se mueren en cada una las carreras de fórmula uno, Nascar o indy? No, ¿verdad?