Por José Atondo
¿Quién no quiso ser superhéroe de niño?, ¿Quién no se amarraba una toalla en la espalda y jugaba a que ningún villano lo podía vencer, y corría como loco por la casa simulando poder volar o trepar paredes? Esos sueños son los que nos fueron implantados desde niños, por otras culturas, por otros sistemas.
Es hasta cierto punto positivo el querer hacernos entender lo que es la justicia desde pequeños, y que muchas personas crezcan con la idea firme y clara de querer elegir una carrera o una forma de vida que nos lleve a una correcta (implantación) interpretación de lo que es la justicia.
Lamentablemente hoy en día se ha desvirtuado el valor de la justicia. El prototipo de antihéroe que está de moda hoy día, el Judicial panzón y enjoyado, el diputado amañado, o el secretario dormilón, es presentado con un nivel de vida mayor al promedio y se convierte lastimosamente en un ideal para muchas personas.
Claro, el parodiar a estos elementos serviles de la justicia nos causa mucha gracia y es ahí donde aplica una muy ya famosa frase: “Si no se puede hacer nada por solucionarlo, mejor nos reímos del asunto”, raíz de nuestra particular idiosincrasia (picardía mexicana le llamarían algunos).
La idea principal de ser un héroe, es erradicar la maldad de nuestra ciudad a través de poderes como una fuerza sobrenatural o los avances tecnológicos, quizá los sistemas judiciales de otros países permitan que esa loable labor súper heroica sea más fácil y no requiera tantos requisitos.
Pero, en nuestro país los súper héroes no podrían aplicar justicia. Entonces, ¿Que harían en México? Estos súper héroes de existir y poder venir a nuestro país, serían contratados por una cantidad estratosférica de dinero por algún gobernador que le gusten los reflectores, vendría a dar platicas, conferencias y talleres, y por supuesto, firma de autógrafos, fotos, a lo mejor algunos comerciales, para recordarnos a nosotros los mexicanos que estamos bien jodidos pero que algún día con dedicación y esfuerzo podremos ser como ellos.
Nos quedaríamos con la idea de que alguien importante nos visitó y nos regresó la esperanza de que la justicia y la igualdad es posible. Siempre y cuando sigamos los 10 mandamientos de la iglesia, la constitución política de nuestro país, le hagamos caso a la máxima de Don Benito Juárez y hasta cumpliendo con el juramento de Hipócrates, que solo incumbe a los médicos.
Para casos prácticos entonces, ¿Qué sucedería si algún huerfanito de nuestro apreciado país se hiciera millonario de la noche a la mañana y decidiera ser un justiciero enmascarado? Les contaré, ya teniendo todo listo para salir a las calles en busca de justicia, empieza a recabar información de distribución de drogas (un ejemplo), pasa toda la noche golpeando gente y preguntando por los bandidos. Ya que los ubica, les parte su mandarina en gajos y los deja como piñata desfigurada. Ya sometidos los amarra y los entrega a la justicia para que sean juzgados y sentenciados. Caso cerrado. Pero ahí viene lo que realmente sucedería en México partiendo desde el punto donde están amarrados.
Llegaría el H. cuerpo de policía, y sin saber si son víctimas o victimarios van para arriba. En el trayecto encuentran una nota de nuestro superhéroe con un listado de las fechorías de estos hombres y los ponen entonces en proceso. Y aquí viene la triste realidad. Llegando a la institución donde empieza su proceso, llegan los derechos humanos, los Pseudo periodistas sensacionalistas, y se empieza a armar la nota, los delincuentes de repente se convierten en víctimas, se empiezan a gastar cantidades industriales de dinero para darle seguimiento al caso, se emite una orden de búsqueda a nuestro superhéroe, que ahora es acusado de secuestro, robo y violación. Se arma tanto escándalo, que el héroe que intentó hacer justicia desaparece. Desaparece forzado por el Libertinaje de expresión que existe hoy en día.
Triste pero cierto, somos fuertes detrás de una computadora, sumisos cuando estamos en masa. El anonimato es nuestra fuerza. Pero, ¿Cuándo decidiremos ser valientes?, Cuándo seremos héroes a través de pequeños detalles?
A mí me importa un carajo que un hombre que vuela salve un camión en los Estados Unidos.
Eso no cambiará la realidad de mi vecino, que no tiene para comer, no disminuirá la corrupción que es moneda corriente, porque en México, los ricos seguirán siendo más ricos, y los pobres más pobres.
Esa es nuestra realidad. Y los súper héroes no existen.
Nuestra realidad la tenemos que cambiar nosotros.