Por Colaboración
Ensenada.- De manera notable en los últimos treinta años la denominada Tecnología Educativa ha cobrado presencia, cabe precisar que desde la década de los ochenta del siglo pasado, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) la define como la forma sistemática de obtener una educación más efectiva, lo que supone concebir, aplicar y evaluar un determinado conjunto de procesos de enseñanza y aprendizaje, partiendo tanto de recursos técnicos como humanos y de las relevantes interacciones entre estos.
De acuerdo con la Dra. Karla Díaz López, Coordinadora Académica de la Maestría en Educación de CETYS UniversidadCampus Internacional Ensenada, esta concepción da por sentado que el profesorado tiene que dominar el uso de las tecnologías existentes, y, desde luego, debe poseer conocimientos suficientes que le permitan operar e integrar de manera eficiente, creativa y autónoma las herramientas tecnológicas.
En pocas palabras, enfatiza la Dra. Díaz López, quien además es investigadora en el tema educativo, tendrán que demostrar competencia para el manejo de la Tecnología Educativa.
“Dado el evidente protagonismo que en el contexto actual han adquirido las aulas virtuales, cabe recordar que estas comprenden adaptaciones de las aulas tradicionales a las cuales se les agrega tecnologías accesibles para los usuarios, a su vez, éstas interpelan o median las interacciones cara a cara entre estudiantes y docentes en un espacio inminentemente de carácter virtual; esencialmente deben contener herramientas que permitan distribuir información, intercambiar ideas, experiencias, experimentación, evaluación, proveer de seguridad y confiabilidad en el sistema o plataforma”.
Al respecto, destaca la investigadora, autores como Villao y Espinoza (2009) arguyen que sus elementos constituyentes son: actividades, foros, chats, cuestionarios, tareas, wikis y recursos (archivos, etiquetas, carpetas, url, páginas).
“En este punto, conviene cuestionarnos respecto a los aspectos pedagógicos y didácticos inherentes a la actividad educativa, que conducen y subyacen a los procesos tanto de enseñanza como de aprendizaje. Así pues, hacemos un llamado a la denominada y vigente pedagogía constructivista, la que en principio dicta que los estudiantes son seres sociales; reconstruyen saberes con la participación de los otros, dichos saberes también pueden ser mediados tanto por expertos (docentes) como por sus pares”.
Pero ¿cómo se efectúa el proceso de enseñanza-aprendizaje en aulas virtuales?, la Dra. Karla Díaz enuncia algunas lecciones o pautas:
- El logro o adquisición de determinados aprendizajes dependen, en buena medida, del bagaje (competencia) previo de los estudiantes.
- El papel del docente suele centrarse en facilitar, guiar y promover que los estudiantes aprendan respecto a cómo aprenden y creando, a través de diversas y múltiples actividades, sistemas entre los contenidos y los estudiantes.
- El diseño de espacios virtuales conlleva comprender las maneras en que los estudiantes, independientemente del nivel educativo, elaboran significados y conceptos y la movilización de agentes cognitivos, afectivos y volitivos.
- La colaboración representa un elemento clave que supone el desarrollo de competencias comunicativas, discusión, e incluso de la búsqueda de la comprensión a través del análisis y la reflexión; asimismo, se ponen en juego la gestión de responsabilidades, la planificación conjunta y el intercambio de roles se hace patente.
“Es importante reiterar que las aulas virtuales llegaron para quedarse y que tenemos la tarea de explotar sus potencialidades en pro de mejorar los procesos educativos y ampliar el horizonte educativo. En particular, en las universidades esta modalidad se instaura día a día como un modelo flexible, de alto alcance y rentable; por lo tanto, el mayor reto es de carácter eminentemente pedagógico”, concluyó la Experta CETYS.